domingo, 6 de junio de 2010

-EL MAR-



El mar embravecido arremetió contra las rocas. Descargó su furia contra ellas, pobres mártires, que se dejaron golpear abriendo dolorosamente los brazos para recibir su empuje. Era tal la rabia con que las atacaba que formaron una boca abierta clamando piedad mientras absorbían el rugido y la furia.
No desistió hasta verlas anegadas. Sólo entonces se retiró más calmado para jugar con un rayo de sol convertido en escalera de oro. Subió por ella hasta el cielo del que cayó llorando lágrimas de paraíso perdido
Y volvió al lugar donde las rocas esperaban resignadas a que no descargara en ellas su despiadada furia.